sábado, 29 de enero de 2011

Soy un ingeniero de minas feo a morir buscando amor

Doctora Lingan:

Es muy grato saludarla y felicitarla por su nueva sección y por su largo éxito. Es un honor para mi poder contactar a una de las mujeres más exitosas de su generación.

Mi consulta es la siguiente: Soy un ingeniero de minas. Con trabajo, por supuesto, por lo que económicamente no me va mal. Pero físicamente no soy tan agraciado. Soy jorobado, tuerto, sufro de halitosis, soy calvo (y a pesar de ello, sufro de caspa) y ni siquiera tengo el consuelo de tener una virilidad por encima del promedio. Incluso, tengo que confesar. que debo estirarme bastante para alcanzar ese maldito promedio.

Por eso, siempre he tenido miedo del amor. No se si llegue el día en que pueda conocer a una mujer que no sea tan superficial como para fijarse en el físico y me llegue a querer por lo que soy.

A veces me armo de valor y voy por discotecas y bares, pero a la hora de abordar a alguna chica, el valor se me hace añicos.

¿Qué debo hacer doctora? ¿Sufrir en soledad mi castigo genético? ¿Asistir al baile anual del Instituto de Ciegos? Ayúdeme doctora. Estoy desesperado

miércoles, 12 de enero de 2011

Mi partido me engaña con otra

Doctora Lingan:

Mi nombre es Jorgito de la Muralla y desde hace más de treinta años llevo una relación formal con quien consideraba el Partido de mi vida. Aunque no son pocos quienes desde siempre la han considerado una manipuladora viuda negra cuyo único interés es el poder y la bonanza financiera de su primogénito Alanito, para mi siempre fue una fuente inagotable de ingresos. Incluso en los peores momentos del país, es decir, en la debacle financiera de finales de los ochenta, me permitió vivir a cuerpo de rey. Nuestra relación nunca tuvo altibajos: Después de Alanito siempre estaba yo y gracias a nuestro amor, pude dedicarme a incrementar mis ingresos sin tener que dedicarme a esa infausta práctica llamada trabajo. He sido congresista tantas veces que ya no recuerdo cuando empecé. Incluso he sido alcalde y siempre, escúchelo bien doctora Lingan, siempre le he sido fiel.


Sin embargo, a raíz de unas nuevas elecciones, me dirigía, rutinariamente, a recoger mi carné de número uno en la lista partidaria, cuando encontré que habían cambiado el candado de la casa del Pueblo. ¡Mi casa! Traté, infructuosamente, de hablar con ella, de pedirle explicaciones. ¿Porqué hacerme esto ni no hemos tenido siquiera una pelea? Repito doctora Lingan, yo nunca he sido infiel. Mi comportamiento ha sido impecable y aún cuando el país se iba al demonio, yo sólo tenía ojos para ella y para tenderle una mano a los compañeros afiliados, pues para mi, demostrar amor hacia ella, ha sido siempre el mayor mérito que he encontrado en la gente y, por ello, lo he pagado con puestos de trabajo en la administración pública o favores empresariales desde el Estado.


Ella ahora dice que me he enriquecido a sus espaldas, cuando siempre le he sido sincero. Cada nuevo dólar mal habido era motivo de chascarrillo para nosotros. Cada adjudicación sin concurso. Cada nombramiento a dedo. Cada empresa irregular. Cada cuenta bancaria en las Islas Caimanes. Ella lo sabía todo y lo aceptaba, porque siempre se preocupó de que nada me falte. ¿Y ahora me dice que soy un degenerado que la golpeaba? ¿Que nunca le dio nada? ¿Qué si me aguantó tantos años fue para que Alancito no sufriera?

Y todo por una mujer. Ni siquiera por un búfalo fuerte, viril y ladrón como los de antes. Simplemente por una cara bonita a quien ha invitado a ser candidata a la Presidencia porque Alancito se ha encaprichado con ella (madre engreidora, que no le puede decir que no a su promogénito).

¿Qué debo hacer doctora Lingan? ¿Luchar por su amor y por mi curul parlamentaria? ¿Olvidarla y voltear la página, a pesar de que eso implique trabajar por primera vez en mi vida? ¿Unirme a los etnocaceristas? Ayúdeme doctora ¡Estoy desesperado!

domingo, 2 de enero de 2011

Quiero ser médico, pero mi I.Q. de 81 lo impide

Doctora Lingan:

Soy estudiante universitario de primer año. Mi meta es ser médico y poder tratar enfermedades que ahora son incurables: ¡Vencer al SIDA es mi más grande anhelo! Sin embargo, por culpa de este sistema injusto de cupos para la universidad, ahora me encuentro cursando el segundo semestre de la carrera de Teología, pues el sistema podrido que no premia el esfuerzo ni las esperanzas puras me calificó con un treinta y cinco sobre cien, que -gracias a la opción de carreras múltiples- me sirvió, apenas, para los estudios religiosos (Que parecen tener poca demanda, pues somos apenas dos en clase).

Mis preguntas son:

- ¿Hay alguna manera de ingresar a Medicina sin tener que dar esos tontos exámenes de suficiencia?

- ¿Puedo ser igual de útil a la sociedad graduándome de teólogo?

- ¿Hallaré novia?

Muchas gracias por su valioso tiempo doctora y espero sinceramente que su respuesta me permita encaminar el rumbo.

Suyo siempre

Florentino Zegarra