miércoles, 12 de enero de 2011

Mi partido me engaña con otra

Doctora Lingan:

Mi nombre es Jorgito de la Muralla y desde hace más de treinta años llevo una relación formal con quien consideraba el Partido de mi vida. Aunque no son pocos quienes desde siempre la han considerado una manipuladora viuda negra cuyo único interés es el poder y la bonanza financiera de su primogénito Alanito, para mi siempre fue una fuente inagotable de ingresos. Incluso en los peores momentos del país, es decir, en la debacle financiera de finales de los ochenta, me permitió vivir a cuerpo de rey. Nuestra relación nunca tuvo altibajos: Después de Alanito siempre estaba yo y gracias a nuestro amor, pude dedicarme a incrementar mis ingresos sin tener que dedicarme a esa infausta práctica llamada trabajo. He sido congresista tantas veces que ya no recuerdo cuando empecé. Incluso he sido alcalde y siempre, escúchelo bien doctora Lingan, siempre le he sido fiel.


Sin embargo, a raíz de unas nuevas elecciones, me dirigía, rutinariamente, a recoger mi carné de número uno en la lista partidaria, cuando encontré que habían cambiado el candado de la casa del Pueblo. ¡Mi casa! Traté, infructuosamente, de hablar con ella, de pedirle explicaciones. ¿Porqué hacerme esto ni no hemos tenido siquiera una pelea? Repito doctora Lingan, yo nunca he sido infiel. Mi comportamiento ha sido impecable y aún cuando el país se iba al demonio, yo sólo tenía ojos para ella y para tenderle una mano a los compañeros afiliados, pues para mi, demostrar amor hacia ella, ha sido siempre el mayor mérito que he encontrado en la gente y, por ello, lo he pagado con puestos de trabajo en la administración pública o favores empresariales desde el Estado.


Ella ahora dice que me he enriquecido a sus espaldas, cuando siempre le he sido sincero. Cada nuevo dólar mal habido era motivo de chascarrillo para nosotros. Cada adjudicación sin concurso. Cada nombramiento a dedo. Cada empresa irregular. Cada cuenta bancaria en las Islas Caimanes. Ella lo sabía todo y lo aceptaba, porque siempre se preocupó de que nada me falte. ¿Y ahora me dice que soy un degenerado que la golpeaba? ¿Que nunca le dio nada? ¿Qué si me aguantó tantos años fue para que Alancito no sufriera?

Y todo por una mujer. Ni siquiera por un búfalo fuerte, viril y ladrón como los de antes. Simplemente por una cara bonita a quien ha invitado a ser candidata a la Presidencia porque Alancito se ha encaprichado con ella (madre engreidora, que no le puede decir que no a su promogénito).

¿Qué debo hacer doctora Lingan? ¿Luchar por su amor y por mi curul parlamentaria? ¿Olvidarla y voltear la página, a pesar de que eso implique trabajar por primera vez en mi vida? ¿Unirme a los etnocaceristas? Ayúdeme doctora ¡Estoy desesperado!

Querido Jorgito:

Ante todo permite que me solidarice con tu dolor. Yo sentí algo semejante con mi segundo marido, cuando me dejó por la secretaria de la oficina de desempleo, a la que era tan asiduo. Los partidos políticos, mi buen amigo, son justamente como los hombres: No importa lo mucho que hagas por ellos, que entregues tu vida a su servicio y que te pases los días buscando su felicidad, al final llega un momento en que, si tienen posibilidades, te cambiarán por alguien más joven y más atractivo que tú, como ha pasado con la candidata que te ha desplazado de los cariños partidarios y de los juegos en el parque con Alancito. (Te diré, en confianza, que ese niño nunca me dio buena espina ¡Siempre tan engreído y malcriado por el Partido y hablando tan fuerte con esa retórica vacía que hasta ahora me causa migrañas!).

Pero, aunque te hayan pagado mal, es hora de dar vuelta a la página. Te aconsejo que des un paso al costado y olvides ese romance, que está destinado a durar muy poco. Esa niña, Mechita, aparte de su juventud no tiene nada que ofrecerle al partido y se cansará de ella. De aquí a poco empezará a echar de menos tus lobbies y maquinaciones políticas, tus contactos turbios y tus amenazas veladas. Tú eres el hombre indicado para el partido, pero cuando se dé cuenta y venga a pedirte disculpas, ya debes haber conseguido el primer lugar en la lista parlamentaria de cualquier coalición política, no importa si es de izquierda, derecha o de centro. Tú ya sabrás acomodarte. Haz que sufra. Que se dé cuenta lo que ha perdido y cuando ya tengas tu curul asegurada, regresa como el hijo pródigo a sus brazos y en las próximas elecciones lánzate como vicepresidente con Alancito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario