martes, 28 de diciembre de 2010

Dudas sobre un Contrato a Perpetuidad

Doctora Lingan:

Hace muchos años me he dedicado, como aficionado e infructuosamente, al ocultismo. Nunca pasó nada. No viene al caso narrar todos los actos que realice para invocar al Señor de la oscuridad. Primero porque me da un poco de verguenza contarlo. Y segundo, porque podria hallarme en serios problemas con la policia si se enteran de eso. El punto es que ya casi habia perdido la esperanza y estaba pensando en postularme a los Legionarios de Cristo. Hasta que un día -cuando me hallaba en el baño disfrutando de la lectura de la pagina de espectáculos de Periódico de a China- se apareció, así sin más el mismísimo diablo ofreciéndome la realización de tres deseos a cambio de mi alma inmortal. Luego de arduas negociaciones -puesto que he de confesar que soy abogado litigante-accedió a incrementar el número de deseos a diez. Me hallaba bastante satisfecho por el éxito de la operación, cuando descubrí que no tenía idea de que cosa pedir. No se bien lo que deseo, porque lo deseo todo y me aterra arrepentirme después de tomar las decisiones equivocadas.
Es por eso que recurro a la única persona cuya probada sabiduría puede ayudarme. O sea, usted, doctora Lingan.
Mis preguntas son:
  1. ¿Es prudente entregar mi alma a una eternidad de tormentos por unos pocos años de placeres terrenales?
  2. ¿Podría encontrar alguna manera de rescindir mi contrato, asi como hizo Mourinho con el que tenía con el Inter para poder firmar por el Real Madrid?
  3. En caso de que apruebe mi comportamiento. ¿Cuáles son los deseos que tengo que pedir?

Espero su pronta respuesta. Pues entenderá que el Príncipe de la Tinieblas es alguien muy ocupado y ya ha tenido bastantes deferencias al permitirme esta consulta. (De hecho, se declara fanático de su sección, por lo que me encargó que le enviara sus saludos y si es posible le consiguiera un autógrafo)

Atentamente

Juan Gil Chambi


Querido Gil:

Quiero que sepas que eres afortunado al haber consultado conmigo antes de finiquitar tu contrato, pues es bien sabido que más sabe le diablo por viejo que por diablo y vejez es lo que le sobra a tremendo demonio, te lo digo yo, que lo conozco desde que estaba en pañales.

Aunque creas que has hecho un buen negocio acrecentando el número de deseos a diez, debo decirte que el diablo no da puntada sin hilo y sabía de antemano que tu desesperación sería proporcional al número de deseos y no sabrías que pedirle, por lo que en realidad fue un gran negocio para él. Al margen de mi consejo, me imagino que trabajas como abogado independiente, pues no creo que en un estudio de prestigio permitan que siquiera uno de sus practicantes caiga en un ardid tan infantil y, sobre todo, tan frecuente en los negocios de ese viejo zorro.

Mis consejos, para que saques partido de tu situación son los siguientes:

1º Presumo (también por tu condición de abogado de bajo perfil) que tus posibilidades de goce terrenal no van más allá de tomarte algunas cervezas con tus colegas (de similar nivel) el viernes por la noche, aún vestidos de trabajo, para emborracharse de sueños de grandeza; y, ocasionalmente, reventar el pago de un caso entero en hacer lo mismo pero en un antro de señoritas fáciles y escoger a una de ellas de no muy alto precio (ni vuelo). Por eso, te aseguro que la única posibilidad real de vivir que tienes por delante, es aceptar esta oferta. La eternidad es irrelevante para quien tiene dinero.

2º Con respecto a tu segunda duda, la respuesta es no. No hay manera de que rescindas tu contrato. El diablo tiene un amplio bufete de abogados a sus servicio, que se encarga de blindar hasta el menor resquicio jurídico que pueda brindar una salida a sus clientes. Y no olvidemos, sin ánimos de ofender, que tú trabajas solo, para el día a día y ni siquiera tienes un teléfono fijo o internet en tu oficina de cuatro metros cuadrados.

3º Los deseos que debes pedir, mi querido Gil, son sencillos, pero te aseguraran una vida plena y te permitirán entrar a una hoguera de placeres inenarrables que se hará cada vez más fuerte y cuando menos te des cuenta, estarás listo -y satisfecho- para cumplir con tu condena eterna, sabiendo que la beatitud y el olor de santidad de tus pares no es más que estupidez infinita que no terminará bien en ningún paraíso para clasemedieros. Como te digo,  son deseos sencillos los que deberás pedir, pero yo sólo te diré qué pedirás primero -y eso te permitirá lograr tus propósitos. Pide inteligencia, mi buen Gil.

No hay comentarios:

Publicar un comentario