martes, 26 de agosto de 2014

Elvis está vivo

Maqui!!!!

¡Hace tanto que intentaba comunicarme contigo! Es que en la clandestinidad, el WiFi es malísimo y no hay manera de reclamarselo a nadie. Ya sabes que eso de hacer colas para conseguir formularios en la Oficina de Defensa del Consumidor es incompatible con el anonimato y aunque ultimamente he perdido un poco de peso, nunca he llegado a entender tamaños sacrificios. Así que me lo he bancado como he podido todos estos años, con la esperanza de volver a verte algún día, mi dulce Maqui! ¡Es el día de Arequipa! -me dijiste y, aunque nunca tuve idea de quién era esa Arequipa, bebimos un cóctel imposible, de sedantes, anfetaminas, vodka, borbón, anisado y chicha gruesa, a su nombre. No se si sea prudente decirlo en esta misiva pública, pero recuerdo que después del octavo vaso, me vi henchido de tal energía, como no la tenía desde que recogía jabones en el servicio militar, y te poseí sobre la mesa del comedor con tal ardor, que al terminar perdí la consciencia entre alaridos. Al siguiente día, ya lo sabes, fingí mi muerte y me retiré de los placeres del mundo; pues, luego de haberte tenido ¿Qué más podía esperar de la vida?

Me fui al Japón, a Indonesia, al Tibet y terminé haciendo macramé en una aldeíta
perdida de Laos, en la que me volví partero oficial por mi abundante experiencia en esa zona crítica de las féminas. Nunca volví a probar una gota de alcohol y duermo como un bebé sin ningún tipo de ayuda química. Pero he de confesarte que hay noches en que aún despierto agitado ante el recuerdo de tu piel. ¡Maqui! Eres la única mujer que me ha marcado. Bueno, en realidad, tú y la cirujana plástica que me cambió el rostro y me hizo la lipoescultura; pero eso fue exclusivamente profesional. En cambio tú, te has marcado a fuego en mis venas (y en mis epitelios genitales, porque hasta ahora me tortura en los días más calurosos aquella candidiasis que me obsequiaste y que se resiste a dejarme)

¿Sabes? Aún no entiendo cómo una joven, de curvas impresionantes, pero tan pequeña y delicada como tú pudo aquella vez aguantar tanta porquería en el cerebro, que fue suficiente para llevar a la tumba (al menos temporalmente) a una leyenda de dos veces tu tamaño y por lo menos cinco veces tu peso. ¿El secreto era tu dieta vegana? Porque debo decirte que, a pesar de que he dejado los huevos, la carne y la leche y no puedo ni oler un vaso de tequila que empiezo a bailar como Ricky Martin.

Bueno, recordada Maqui, como esto es un consultorio, no quiero tener un trato especial, así que aquí va mi consulta.

Hace ya un tiempo siento unas ganas, que van creciendo consistentemente, de volver a la civilización. Pero no como un anónimo más: Con problemas migratorios, haciendo uso de "La Bestia", sin green card y como cajero de minimum wage en Costco; sino, como yo mismo: ¡El gran Elvis! que regresa, rutilante, de la muerte, para encandilar a las masas con el ondulante movimiento de sus caderas.

Pienso que con esto de la cultura de la nostalgia, que tan en boga está, me encuentro en el momento propicio para mi segundo encuentro con el estrellato. Es que la fama y la fortuna, y todos sus beneficios conexos, son más difíciles de olvidar que tu primera mascota. ¿Qué opinas, Maqui? ¿Debo volver? ¿O debo pretender que el rey del rock está muerto y seguir con mi reposada vida de partero villero? ¿Crees que si volviera, podríamos recrear alguno de nuestros salvajes encuentros?

Tuyo siempre

Elvis

Recordadísimo Aaron 

¿Recuerdas que te ponía a mil que te llamara por tu segundo nombre? Me parece increíble que hayan pasado ya 37 años desde nuestro último encuentro. Aunque he de confesarte que siempre supe que tu muerte fue fingida (ya que, en esas épocas de locura, tenía uno o dos amigos muy íntimos en los más altos cargos de la CIA), llegué a pensar que habías muerto entre la coronación de Madonna como reina del pop y el matrimonio de apariencias de Wacko Jacko con la díscola de tu hija, la Lisa Marie. En todo caso, un corazón debilitado por las anfetaminas como el tuyo, difícilmente hubiera resistido las boy bands noventeras. ¡No sabes como me alegra tener noticias tuyas! y ya hablaremos largo y tendido ahora que te he agregado al whatsapp.

Respecto a tu consulta. He de decir, con pesar, que has demorado una década más de lo que debías, tu regreso. Es cierto que vivimos una época de revivals y el mundo mira hacia atrás, porque para adelante solo aparecen crisis en el comercio de commodities, guerras santas por doquier y un tercer gobierno de Alan García.    

Sin embargo, la época que trata de imitar la juventud es, por mucho, una que ya te tenía olvidado: Los ochenta. Un periodo en el que la gomina en los cabellos era tal, que tu clásico peinado hubiera sido visto como adecuado para un trabajo de oficina. Los colores neón hacen ver opacos y faltos de vida hasta los trajes que usabas en los últimos tiempos de Las Vegas; y, aceptémoslo, te verías terrible con zapatillas Converse. Claro, que si en el algún momento te encuentras con tu ex yerno, el Michael; el regreso sería con olor a multitud. Ya sabes la afición que tiene este mundo por los dioses y las monarquías; y la vuelta a dúo del rey del rock y el del pop juntos, cantando una versión remix de Imagine, tendría el suficiente morbo para dar de comer a un par de generaciones más de sus herederos.

Sobre tu otra consulta. Me encantaría visitarte en la aldea desconectada del mundo en que vives. Sería gratificante poder estar en un lugar donde la la gente te preste más atención que a mi. Y sí, prometo enseñarte un par de nuevos trucos.

Con cariño

Maqui









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